Parto medicalizado o natural: buscando el equilibrio

El proceso de parto en la mujer se trata de un espectro que no solamente habla de la parte biológica de la persona, si no también abarca la parte emocional, psicológica y social de la misma. La forma en que las mujeres dan a luz ha cambiado radicalmente con el paso del tiempo y la evolución de la ciencia. Hemos pasado de partos asistidos exclusivamente por comadronas en el hogar a escenarios altamente tecnificados, en los que la intervención médica es la norma. Este cambio ha salvado innumerables vidas, pero también ha abierto el debate sobre los límites de la medicalización. ¿Hasta qué punto es necesaria? ¿Cuándo interfiere en la experiencia de la mujer? ¿Es posible encontrar un equilibrio entre seguridad y respeto?
Escrito por Alba Gastón Guerrero, enfermera especialista en sexología y docente de INESALUD.
El parto medicalizado: avances y controversias
La medicalización del parto surge con la intención de reducir la morbimortalidad materno-infantil. Procedimientos como la monitorización fetal continua, la administración de oxitocina sintética para inducir o acelerar el trabajo de parto, la epidural o la cesárea han sido grandes avances que han marcado la supervivencia en situaciones de riesgo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estos recursos forman parte de los avances más importantes en salud perinatal.
En cambio, su uso sistemático, incluso en mujeres sin complicaciones, está en el punto de mira a la hora de valorar si son necesarias siempre estas intervenciones. En muchos hospitales, prácticas como la episiotomía rutinaria, la restricción de movimientos durante el trabajo de parto o la separación temprana del recién nacido se aplican sin una indicación médica clara. Esto puede generar consecuencias físicas y emocionales, como un mayor riesgo de traumatismo perineal, dificultades en la lactancia o sentimientos de pérdida de control sobre el propio cuerpo.
Un estudio de la Universidad de Antioquia (2021) subraya que la experiencia de parto en entornos medicalizados puede percibirse como impersonal y mecanizada, especialmente cuando las decisiones se toman sin una comunicación efectiva con la mujer. Esto refleja la necesidad de un modelo más centrado en la persona, en el que la tecnología esté al servicio del bienestar y no al revés. Para ello, se necesita informar de forma precisa a la mujer y hacerla partícipe de la toma de decisiones una vez sea consciente de para qué sirve la intervención.
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El parto natural: recuperar el protagonismo
Frente a este panorama, el concepto de “parto natural” ha ganado fuerza como una alternativa que reivindica la fisiología del proceso y el protagonismo de la mujer. Hablamos de un parto que transcurre sin intervenciones médicas innecesarias, en un entorno seguro y respetuoso, donde se facilita el movimiento, la elección de posturas y el acompañamiento emocional.
Diversas investigaciones, como la publicada en Con(textos) (2022), muestran que el parto respetado no significa rechazar la tecnología, sino utilizarla con criterio. Cuando el proceso se desarrolla de forma fisiológica, las intervenciones deben limitarse a aquellas que realmente mejoren los resultados materno-infantiles. La evidencia sugiere que el respeto a los tiempos del parto, la libertad de posición y el contacto piel con piel favorecen no solo la satisfacción de la mujer, sino también indicadores como la instauración de la lactancia o el vínculo temprano.
¿Parto medicalizado o natural? Más allá de la dicotomía
Plantear el parto como una dicotomía entre “medicalizado” o “natural” puede ser simplista. En realidad, no se trata de elegir entre ciencia o tradición, sino de buscar un modelo que integre ambos enfoques. Un parto verdaderamente humanizado puede incluir recursos médicos cuando son necesarios, sin por ello despojar a la mujer de su autonomía ni invisibilizar su experiencia.
El artículo de Perinatología y Reproducción Humana (2014) subraya la importancia de la comunicación efectiva y la toma de decisiones compartida entre el equipo sanitario y la mujer. Este modelo permite ajustar las intervenciones al contexto individual, evitando tanto la sobremedicalización como el abandono de recursos útiles en situaciones de riesgo.

El papel de los profesionales de la salud
Los profesionales de enfermería y obstetricia son las piezas que se necesitan para formar el puzle de un buen parto con equilibrio entre lo natural y lo medicalizado. Su labor no se limita a la asistencia técnica, sino que abarca también la educación, el acompañamiento emocional y la defensa de los derechos de la mujer durante el parto. Para garantizar una atención que sea segura y respetuosa a la vez se debe recibir una buena formación en prácticas basadas en la evidencia y en competencias comunicativas.
Asimismo, el equipo sanitario debe ser consciente de los sesgos institucionales que favorecen la medicalización. Promover políticas que garanticen la libertad de elección, el acompañamiento continuo y la adecuación de las intervenciones a las necesidades reales puede contribuir a transformar la experiencia de parto.
Conclusión
El debate sobre parto medicalizado o natural no es un enfrentamiento entre progreso y naturaleza, sino una invitación a repensar cómo usamos los recursos disponibles. La verdadera cuestión es cómo asegurar que cada mujer viva su parto de manera segura, digna y empoderada. Esto implica reconocer que la tecnología en la sanidad puede ser una aliada valiosa, pero siempre subordinada al respeto por la fisiología, la autonomía y las preferencias de la persona.
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Referencias
Universidad de Antioquia. Narrativas de mujeres sobre el parto humanizado: más allá de la medicalización. Disponible en: https://bibliotecadigital.udea.edu.co/entities/publication/93a60603-b4a6-4d01-a2d0-bdaf2f9f4bb9
Quattrocchi M. Seguridad y respeto: parto humanizado como modelo de atención. Con(textos). 2022. Disponible en: https://air.uniud.it/bitstream/11390/1223310/1/Seguridad%20y%20Respeto%2C%20Quattrocchi%20(Con)textos%202022.pdf
López-Salazar B, et al. Medicalización del parto: implicaciones y alternativas desde la perspectiva de la salud pública. Perinatología y Reproducción Humana. 2014;28(2):78-84. Disponible en: https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1665-80272014000200002&script=sci_arttext