Efectos del apoyo social y la comunidad en la salud mental

Apoyo social y salud pública

Aunque la salud mental se tiende a abordar desde una perspectiva individual, como si los malestares emocionales solo fueran responsabilidad de quien los sufre, la verdad es que las redes sociales, los vínculos comunitarios y el contexto cultural y económico en el que vivimos son necesarios. Es necesario mirar la salud mental como un fenómeno social; es decir, no vivimos en el vacío: nuestras conductas, emociones y pensamientos están moldeados, y sostenidos, por nuestro entorno. 

Y aquí es donde entra en juego una pieza clave: el apoyo social


Escrito por María del Mar Díez Simón, psicóloga y docente de INESALUD. 


¿Qué entendemos por apoyo social? 

Desde un enfoque funcional, el apoyo social se refiere al conjunto de relaciones interpersonales que refuerzan conductas de afrontamiento, promueven el bienestar psicológico y amortiguan los efectos de la soledad.  

El apoyo social se manifiesta de varias formas:

  • El apoyo emocional implica escucha y consuelo, como cuando una amiga te abraza y te dice que no estás sola.
  • El apoyo instrumental es una ayuda práctica, como cuidar a tus hijos o hacerte la compra.
  • El apoyo informativo aporta orientación, por ejemplo, recomendarte una terapeuta y explicarte cómo contactar.
  • El apoyo valorativo valida y reconoce, como cuando alguien destaca tu claridad al hablar y refuerza tu autoestima. Estos tipos de apoyo pueden combinarse y provenir de una misma persona según la situación. 

Y este tipo de ayuda no solo te hace sentir bien, también tiene consecuencias concretas y observables en la conducta y en la salud física y mental.  

La red de apoyo de una persona se refleja tanto en la cantidad y fortaleza de sus vínculos con personas significativas, como en la calidad de esas relaciones. No se trata solo de tener contactos, sino de experimentar un lazo confiable, sentir que hay alguien disponible para escuchar, comprender y ofrecer ayuda cuando se necesita. Además, importa que ese apoyo no sea solo percibido, sino también tangible y presente en la práctica. 

¿Cómo se traduce esto en términos conductuales? 

El apoyo social cumple funciones de reforzamiento social positivo, reducción de estímulos aversivos y modelado de respuestas adaptativas. También facilita la exposición a contextos reforzantes que compiten con patrones disfuncionales, como el retraimiento, la rumiación o el consumo de sustancias. 

Piénsalo así: cuando alguien recibe un mensaje de aliento de un amigo, se siente escuchado por un grupo o se integra en una red barrial, no solo "se siente mejor", sino que también se activan respuestas alternativas, como pedir ayuda, hablar, salir de casa o participar, que muchas veces estaban inhibidas por el malestar. 

Además, los contextos comunitarios bien organizados generan contingencias compartidas, esto significa que el comportamiento prosocial se refuerza mutuamente: si ayudas, te ayudan. Si participas, te valoran. 

Vivir juntos, pero de verdad

En un mundo que cada vez nos empuja más hacia el individualismo, la hiperconectividad sin contacto y la productividad por encima del cuidado, recuperar la dimensión comunitaria es casi un acto terapéutico. No se trata solo de tener gente alrededor: se trata de sentirnos vistos, valorados, parte de algo

Desde la psicología comunitaria se insiste en que no hay salud mental sin justicia social, sin vínculos, sin participación real. Porque muchas veces el problema no está en la persona, sino en el contexto. Y ahí es donde podemos actuar. 

Está claro: no basta con dar herramientas individuales si el entorno sigue siendo hostil. La salud mental necesita comunidad, pertenencia y relaciones recíprocas. Tal vez por eso, cuando alguien atraviesa un mal momento, lo primero que pierde es el contacto con otras personas… y lo primero que necesita recuperar también es eso. 

Apoyo social

¿Qué podemos hacer como profesionales?

Como profesionales de la salud mental, es necesario que ampliemos nuestra mirada más allá del espacio clínico tradicional y nos comprometamos activamente con el entorno social de las personas a las que acompañamos.  

Fomentar redes informales entre personas que atraviesan malestares emocionales, por ejemplo, grupos de encuentro, espacios de conversación o actividades compartidas, puede facilitar el contacto con otros en condiciones similares, reduciendo el aislamiento y favoreciendo la construcción de sentido compartido

Además, apoyar activamente proyectos comunitarios, redes vecinales o asociaciones locales no solo refuerza el tejido social, sino que permite conectar a las personas con recursos ya existentes, empoderándolas desde una lógica horizontal y participativa. 

Dentro de la intervención, también es importante incorporar objetivos conductuales que favorezcan la participación social, como pequeñas acciones para salir de casa, asistir a espacios comunes o retomar contactos significativos. Estos objetivos deben adaptarse al ritmo y contexto de cada persona, pero siempre con la mirada puesta en reconectar con lo colectivo. 

Y, por supuesto, es necesario salir de la consulta: observar qué ocurre en los pasillos del centro de salud, en los barrios, en los parques, en las casas… Escuchar lo que no siempre se dice en sesión, pero que condiciona profundamente el bienestar de las personas.  

En definitiva, recuperar una mirada comunitaria que complemente el trabajo terapéutico y lo enriquezca desde lo cotidiano y lo compartido. 

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Referencias 

García-Alonso, L., Blanco, R., & Alvarado, J. M. (2023). Impacto psicológico de la pandemia de COVID-19 en estudiantes universitarios en España: un estudio longitudinal. Clínica y Salud, 34(1), 1–9. https://doi.org/10.5093/clysa2023a1 

Díaz-Tendero, P., Díaz-Herrera, S., Díaz-Rincón, D., & Perona-Garcelán, S. (2023). Caracterización de experiencias anómalas de tipo espiritual y psicótico en una muestra de practicantes espirituales. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 28(1), 49–59. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272023000100509&tlng=en 

Rodríguez-Caballero, E., Gómez-Restrepo, P., & Muñoz-Delgado, A. (2023). La salud mental como reto en la atención primaria: una mirada desde el contexto colombiano. Revista Virtual Universidad Católica del Norte, 60, 1–21. https://revistavirtual.ucn.edu.co/index.php/RevistaUCN/article/view/1259 

 

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